miércoles, diciembre 30, 2009

Nápoles, la única forma de llegar a Pompeya (parte 2/3)

Prácticamente desde cualquier parte de la bahía de Nápoles es posible observar al volcán Vesubio, que está allí imponente y omnipresente. Si bien es cierto no se ven humaredas saliendo del volcán, este sigue activo, y en cualquier momento puede volver a hacer erupción, tal como la ‘ultima de 1944, o la más recordada el año 79 cuando destruyó la ciudad romana de Pompeya.

Pompeya la visitamos desde Sorrento, tomando el tren llamado Circumvesuviana que parte desde Nápoles y llega hasta Sorrento. Es una especie de metro-tren. A la ida nos tocó un tren viejo, que la verdad era uno de los más feos en los que me he subido en mucho tiempo, a lo cual no le ayudaba mucho que se subieron un par de grupos con una pinta que podrían haber pasado por mafiosos sin ningún problema. Por suerte, a la vuelta el tren era nuevo, y la diferencia es mayúscula … hasta los pasajeros se veían más decentes!


















Las ruinas de Pompeya son un destino que vale la pena ser visitado por todo el mundo. Hay muchas ruinas bastante bien conservadas, y la verdad es que uno logra comprender bastante bien como era la vida en ese pueblo de unos 20,000 habitantes.

Se recorren casas de la zona más pudiente, los templos de la época, ciertos edificios administrativos, y el anfiteatro con capacidad para 12,000 personas está muy bien conservado … mucho mejor que el famoso Coliseo en Roma!

Dentro de todas las ruinas es bastante impresionante ver como han podido rescatar cuerpos petrificados de los habitantes que se resistieron a evacuar la ciudad y murieron producto de la lava e intoxicados por el humo.

Al día siguiente, dado que teníamos que tomar un avión desde el aeropuerto de Nápoles, nos quedamos una noche a alojar en la ciudad, para no correr el riesgo de perder el avión por el intenso tráfico de la ciudad.

Nápoles es en general bastante feo, sucio y desordenado. Todas las guías la describen como la ciudad que muestra la “Italia real” … la cual la verdad es posible no conocer y a la que muchos italianos le hacen el quite. Al manejar por la ciudad, es posible ver ropa colgando de edificios, al más puro estilo de cualquier población callampa (slums como se conocen en ingles). El tráfico es horroroso, cada cual se rasca con sus propias uñas, cruzándose, contra el transito, sin el menor temor a chocar … y con Vespas por todos lados, a las que hay que hacer el quite para no matar al chofer.

No fuimos al centro de la ciudad, evitamos a toda costa pasar por la Estación Central de trenes, que todo el mundo dice que es muy, muy fea, y el centro mundial del “cartereo” a turistas.

Sólo estuvimos en la zona más “segura” y “tranquila” de la ciudad, que parte desde el Palacio Real y va hacia la colina de Posilipo por la costa. No hay nada más que ver, y si no me creen, los invito a recorrer “virtualmente” la ciudad a través de Google StreetView, y “admirar” lo fea que es la zona del centro.

Al otro día, muy temprano en la mañana, nos fuimos al aeropuerto (que es bien bonito al interior) y de ahí a nuestro destino final … Venecia!

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